Desde que Daniel Ortega asumió la presidencia de Nicaragua en 2007, el país centroamericano ha experimentado un deterioro gradual en cuanto a sus libertades civiles y políticas. El gobierno de Ortega ha sido acusado de consolidar un régimen autoritario que recuerda a los regímenes totalitarios de Corea del Norte.

El totalitarismo en Nicaragua se ha caracterizado por la represión de la oposición política, el control de los medios de comunicación, la manipulación de los resultados electorales y la persecución de la sociedad civil. Estas prácticas son comunes también en Corea del Norte, donde el régimen de Kim Jong Un ejerce un control férreo sobre la sociedad y reprime cualquier forma de disidencia.

En Nicaragua, la represión ha alcanzado niveles alarmantes con la brutal represión de las protestas antigubernamentales de 2018, que dejaron cientos de muertos y miles de heridos. Asimismo, se han reportado detenciones arbitrarias de opositores políticos, activistas y periodistas críticos al gobierno, así como el cierre de medios de comunicación independientes.

En lo que respecta al control de los medios de comunicación, el gobierno nicaragüense ha censurado y clausurado varios medios de comunicación críticos, dejando a la población sin acceso a información independiente y veraz. De igual forma, se han implementado leyes restrictivas que limitan la libertad de expresión y el derecho a la protesta pacífica.

En cuanto a las elecciones, el gobierno de Ortega ha sido acusado de cometer fraudes electorales para perpetuarse en el poder. En las elecciones presidenciales de 2021, Ortega se presentó como candidato a la reelección en medio de denuncias de irregularidades y falta de transparencia en el proceso electoral.

La persecución de la sociedad civil también ha sido una constante en el gobierno de Ortega, con la criminalización de organizaciones no gubernamentales y la persecución de defensores de derechos humanos. Esta represión ha llevado a un éxodo de nicaragüenses que buscan refugio en otros países ante la violencia y la persecución del régimen.

En resumen, el totalitarismo en Nicaragua bajo el gobierno de Daniel Ortega presenta similitudes preocupantes con el régimen de Corea del Norte en cuanto a la represión de la oposición política, el control de los medios de comunicación, la manipulación de las elecciones y la persecución de la sociedad civil. Es necesario que la comunidad internacional esté atenta a la situación en Nicaragua y tome medidas para garantizar el respeto a los derechos humanos y las libertades democráticas en el país.